Como la seda... (y II)
La ruta de la seda siguió funcionando durante la Antigüedad y la Edad Media, pero los pueblos turcos avanzaron por Asia, llegando incluso a conquistar Constantinopla en 1453, ésa que hoy se llama Estambul y comparte tierras en Europa y tierras en Asia.
El Imperio Otomano, o Turco, se extendió entonces por los territorios orientales de la Europa mediterránea y la península de Anatolia. Imaginaros, comerciantes de cualquier sitio de Europa no se atrevían a cruzar esos territorios. ¡Era necesario llegar a China por otro lado! Y pensaron, pues si no se puede por tierra, se hará por mar. Claro, tenéis que recordar que en el siglo XV aún no había aviones, así que por el aire estaba descartado.
Entonces toca mirar esos mapas que buscasteis y tomar decisiones: ¿Bordear toda África y, en el océano Índico, bordear las costas asiáticas hasta llegar a China? ¿Cuánto tiempo llevaría eso? ¿Y las corrientes marinas que te impedían girar hacia donde deseabas? ¿Y los peligros a superar? ¿Y los monstruos?
Ahí surgió una idea genial, partir cruzando el Atlántico y llegar, dando la vuelta al mundo, a China. Fácil, casi en línea recta. Mucho más rápido. Pero...¿y si la Tierra no era redonda?